Neobroker de ABN Amro multado con €1.6 millones por pagar a finfluencers
En un reciente giro de eventos dentro del sector financiero europeo, el neobroker BUX, propiedad de ABN Amro, ha sido sancionado con una multa de €1.6 millones. Las autoridades de los Países Bajos consideran que BUX infringió leyes al utilizar finfluencers, clientes existentes y sitios web de comparación para captar nuevos usuarios, lo que chocó con las normativas vigentes.
Neobroker multa por uso de finfluencers
El neobroker europeo, bajo la batuta de ABN Amro, se encuentra en el ojo del huracán por supuestas infracciones a las normativas financieras. La Autoridad de Mercados Financieros de los Países Bajos (AFM) ha golpeado con severidad al imponer esta significativa multa. ¿El motivo? Las prácticas de BUX al involucrar a “finfluencers” y otras estrategias de marketing que parecen cruzar la línea, según las autoridades.
Reacción de BUX frente a la sanción
Yorick Naeff, CEO de BUX, ha intentado suavizar la situación indicando que las tarifas de referido fueron financiadas enteramente con recursos propios de la compañía. Según él, dichos pagos no afectaron al capital de los clientes, tratando de proteger la reputación de la plataforma en medio de esta tormenta financiera.
ABN Amro y su conocimiento previo de la situación
Otro aspecto polémico es que ABN Amro estaba al tanto de la investigación en curso realizada por la AFM antes de acordar la adquisición de BUX. Esto genera preguntas sobre las decisiones estratégicas del banco y su nivel de compromiso con la resolución de esta problemática.
El futuro del neobroker en Europa
A pesar de estos contratiempos, BUX sigue ofreciendo una amplia gama de servicios financieros. Su plataforma incluye opciones para invertir en acciones, ETFs y planes de inversión personalizados distribuidos en varios países europeos. Sin embargo, esta situación podría influir en la percepción pública y en el futuro comportamiento del mercado.
Impacto de la multa de neobroker BUX
La multa anunciada el 14 de marzo de 2025 es una clara señal del rigor regulatorio creciente en Europa. Para los expertos del sector, esta medida refleja un clima de estricta vigilancia sobre cómo las fintech están atrayendo clientes y las potenciales implicancias éticas y financieras de tales prácticas.